domingo, 19 de octubre de 2008

Ositos perdidos

Siguiendo un poco la tónica de la entrada anterior, esta vez también voy a hablar de mi vida. Pero ahora en prosa, que va más acorde con mi estilo.

Pensándolo un poco, las entradas que llevo en este blog, o hablan de la universidad, o ahora últimamente de mis frustraciones (como bien aviso en el título de la página). Igual sería bueno separarlas y hacer dos blogs, uno con un tono más melancólico (a lo Rosillo), otro con ese tono jocoso y sarcástico que tan natural me sale (modestia aparte). Razones de peso, sin embargo, me motivan a NO hacerlo:

1. Pereza. Ahora a saber dónde coño está el botón para hacer un nuevo blog...
2. Indicador psicológico. Así más o menos al leer la última entrada, sabeis si mi semana ha sido buena (me pongo a contar la primera chorrada que se me ocurre, si implica criticar algo o a alguien, aliciente añadido), o mala (me salen gilipolleces como la canción de ahí abajo).
3. Para 4 amigos que leen esto... tampoco hace falta mucha organización. Cuando tenga club de fans, ya dividiré esto en secciones, con datos personales, fotos en posiciones diversas, "mis últimos best-seller" y otras egocentridades varias.

Después de esta breve y absurda reflexión, a lo que íbamos, que malditos 18 años. Son muchas cosas las que pierden su gracia cuando alcanzas esa edad, y, paradójicamente, hasta entonces ansías que llegue el momento.

Analicemos mi situación: tengo buena salud, todo va bien con la familia, tengo buenos amigos y amigas (bendito regalo del cielo...), estudio una carrera universitaria que me gusta, con futuro, y a la que mucha gente querría acceder (eso es por que no la han probado). Resultado: una situación buena, como para no quejarse, ¿no? Pues no. Como siempre, cuánto más tienes, menos lo valoras. Todo lo que he dicho, salvo lo referente a mis amigos, me parecen cosas muy triviales, y hasta que se me joda algo en algún punto, no les daré importancia.

De momento, la realidad es que me amargo sobremanera porque hay una parcela de mi vida que no me va bien. Y por eso me surge una duda: ¿es esa cosa lo más importante, lo que hace que, si lo tienes, todo parezca mucho más llevadero; y si no lo tienes, que se te hunda el mundo?. Preguntaré a alguien que haya pasado por ambas épocas, porque lo mío ha evolucionado de la ignorancia consentida a la depresión, sin pasar por el extremo bueno.

Pero ahora no puedo pasar mucho más tiempo pensando en eso. Tengo que ponerme a ver las prácticas de histología de mañana lunes, y a aprenderme por mi cuenta lo que hicieron en la primera, porque la semana pasada no pude llegar a tiempo (cortesía de latbus S.A). A eso sumarle que ya tengo que empezar a empollarme el taco de apuntes de anatomía, si no quiero quedar enterrado por él. Y no me encuentro yo ahora con fuerzas como para tirarme 3 horas delante de una pelvis aprendiéndome cada esquina del jodido hueso. Como colofón, estoy pendiente de ver qué días nos juntamos los de mi grupo de prácticas para irnos al infante a preguntarle a la gente qué tal se encuentra (encuestas de historia de la medicina...). Yo, que precisamente soy de los que ni cogen el teléfono si no conozco el número, ni abro la puerta de mi casa si no estoy esperando a alguien. Alguno se acordará de mí, y me dirá: "¿Ahora vienes tú, eh? Pues ahora le vas a hacer la encuestita esa a las carpas del río..."

Resumiendo, muchas cosas por hacer, y pocas motivaciones que me animen a ello. Definitivamente, esto no me pasaba hace unos meses. Se confirma que la feliz ignorancia infantil es lo mejor que puede haber. Si alguien tiene la suerte de estar todavía en ella, que procure mantenerla el máximo tiempo posible. Una vez que te abandone, no volverá... Silvia, yo también quiero mi osito.

3 comentarios:

Boeder Escalier. dijo...

Yo se que todo este post era tirando a serio... pero:


1. Pereza. Ahora a saber dónde coño está el botón para hacer un nuevo blog..

Yo me estoy descojonando de esa frase ya diez minutos. Arriba a la derecha.

pardilla dijo...

Jooo Manolo.
Me pones triste y sentimentaloide. El osito es una metáfora de puta madre. Eres un hipánico reprimido: ¡ no te gustan las carpas del río!
Lo que duele duele, y sacándole el punto de vista bueno al asunto te diré que, algunas veces, llorar es un alivio. Al menos sabes que sientes algo.
NO pretendía animarte de esta forma, pero esta noche voy a colgarme en tu casa de forma superfriki con palomitas ( si hijo si) y la versiónes extendidas del Señor de los Anillos. Me lo debes. Debimos coger aquellos carritos de la Fnac y lo sabes.
Prepárate para el abrazo de esta tarde que te voy a romper una costila. Un beso*

Manu AMS dijo...

Nah, es cierto que uno está jodio, pero el que lo ponga aquí es síntoma de que más o menos lo controlo. Cuando algo me jode de verdad, me lo suelo callar.
Esto es más que nada un desaogo de todo lo que me he guardado estos meses.

Carritos?? Yo no os dije que no los cogierais, solo lo recomende...

P.D. E igual te piensas, k hace este a las 11.30 aqui si tiene clase.... Digamos que esto de vivir solo afecta, y mucho.