jueves, 19 de agosto de 2010

Conciertos sobre barrizales (2)

Siempre se ha dicho que las segundas partes nunca fueron buenas, pero también que hay que completar lo que se inicia. De modo que allá vamos. Viernes, 21.00 h, una pinada salvaje a las afueras de San Javier (Murcia). Unas gotas de un líquido incoloro no alcohólico comienzan a caer sobre aquella baldía tierra. No nos queda más que guarecernos en nuestros respectivos refugios nucleares marca Quechua, y esperar a que cese. Nunca ha cometido alguien mayor error.

La lluvia sobre el techo de la tienda empezaba a hacerse más fuerte, tanto que ya ni oía los gritos de los de al lado (verídico). Cuando iban 20 minutos o así, me pregunto: "A ver si esto va a ser demasiada agua". Lo era. Descorro con cuidado la cremallera. La escena a describir es interesante.

Al borde de la entrada, el agua (bueno, por llamarla de alguna manera) ya estaba a punto de entrar a la tienda, con lo que tuve que salir a pegarla más al árbol. Entonces es cuando me doi cuenta de la situación. Un colega enfrente mío, en bañador y con una linterna, poniendo camisetas y toallas en la entrada de su tienda para parar el agua. Los de la otra tienda que se alejaban en la niebla hacia un lugar desconocido. Y nuestros vecinos apretujados bajo la carpa que habían montado para el Sol. Aquello parecía el Monzón en Indonesia.

Como soy hombre de soluciones rápidas, salí con presteza para buscar un porche abandonado donde refugiarme. La idea era buena, pero tal lugar idílico no existía, al parecer; con lo que acabé volviendo al camping, y metiéndome debajo de la carpa de nuestros amables vecinos. Allí nos quedamos hasta que la cosa menguó un poco. Y al final terminamos distribuyéndonos entre las casas de dos colegas, con lo que la cosa tuvo su lado bueno: dormimos en cama.

Despierto a las 11 de la mañana en la Torre, y lo primero que oigo es el sonido de la lluvia. Cojonudo. Por si había poca esperanza de que los equipos se hubieran salvado del tormentón de anoche, resulta que el Sol ni se digna a salir. Total que me levanto y llamo a otro colega que estaba en la organización del festival, esperando confirmar que este queda cancelado definitivamente.

Pero, voilà. Contra todo pronóstico, el final de esta historia es feliz (bueno, todo lo feliz que permitieron las circunstancias). Los conciertos empezaban a las 12.50, y recuperaban a 3 grupos de la noche anterior. Para animar el festival desde el principio, abría Lujuria, y seguían los grupos de ese mismo día. Así, pude ver a Lujuria, Atlas y Centinela; antes de volverme a lo que quedaba de campamento con quemaduras de tercer grado.

Lo demás es detalle. Reorganizar un poco todo aquello, poner a secar lo que se había mojado, comprar suministros y pasar la tarde tranquilita hasta el momento que tocara Easy Rider. Pero se ve que me amuermé bastante, y se me pasó la hora de estos. También fue porque, al meter a grupos del día anterior, habían tenido que reducir el tiempo de actuación.

Me desperecé a tiempo para ver el final de Tygers of Pang Tang. Luego vino Warcry, que por alguna extraña razón tocaron 10 minutos menos de su tiempo. El pobre Víctor García (el cantante) ha perdido muchísima voz, y se les nota la falta de un segundo guitarra; pero siguen siendo las canciones con las que empecé en esto, y mentiría si dijera que me aburrí. Tras Warcry aparecía Saratoga, y dado que ya los he visto muchas veces, me quedé solo al principio, para coger con más ganas los grupos siguientes, que fueron la reunión de Barón Rojo y Obús.

A ambos los vi desde lejos mientras cenaba algo, porque empezaban a doler las piernas, y cuando terminaron los de Fortu decidí que era hora de terminar el festival. Me habría gustado quedarme a ver a J.C. Molina con Judith Mateo (las canciones de Ñu con un toque celta, según me dijeron), pero parece que me estoy haciendo viejo, y uno ya no aguanta como antes.

En resumen. Un buen festival pese a todos los problemas que pasamos. Esperemos que haya suerte y el año que viene disfrutemos de la sexta edición.

¡Un saludo!

lunes, 16 de agosto de 2010

Conciertos sobre barrizales (1)

Un verano más toca dedicar una entrada a una de mis citas veraniegas, el festival Leyendas del Rock, que este año volvía a su formato clásico de 3 días. Me gustaría poder hablar mejor de la cita, porque la verdad es que el festival lo merece, pero una serie de catastróficas desdichas han deslucido bastante un evento que prometía.

Y eso que empezó mejor que los anteriores. La zona de acampada no era esta vez un páramo desierto donde el Sol te violaba sin piedad hasta dejarte seco. Era una pinada relativamente frondosa, lo que garantizaba bienestar para nosotros y nuestros melanocitos. Además, el primer día de conciertos, que siempre es gratis, era mucho más seductor que años anteriores.

Comenzaba a sonar la música en San Javier a eso de las 4 de la tarde, con bandas menos conocidas, y por las que pocos estuvieron dispuestos a aguantar un calor que sí se hacía notar en el recinto de conciertos. Nosotros dedicamos esas horas a comer, beber e instalar cómodamente el campamento.

Hasta que llegaron las 7 de la tarde, más o menos, y allá que fuimos a reencontrarnos con la música. El primer grupo que vi fue Rainbow in the Dark, un tributo a Ronnie James Dio; lo que siempre iba a resultar agradable. Estuvieron humildes, aunque metidos en el papel; y musicalmente aceptables. El final con "Heaven and Hell" fue uno de los grandes momentos del día.

Tocaban a continuación dos bandas legendarias del rock español, dos auténticas leyendas: Lone Star y The Storm. Vi la primera mitad de Lone Star, y aunque los años se dejaban notar, fue un concierto que mereció la pena ver. Luego llegó la hora de regresar al campamento base para cenar algo, porque aún quedaban bandas que quería ver. A las 9 de la noche salió Santelmo, una banda nueva, con un heavy moderno y directo; donde se deja notar la mano de Jero Ramiro, el antiguo guitarra y compositor de Saratoga. A continuación vino la sorpresa del festival, EVO, otra leyenda del rock español, con un sonido que enganchaba desde el principio y que recordaba a los inicios del Rock&Roll (aunque por alguna razón, sus dos discos tienen una calidad pésima). Terminaba el día con otro tributo, esta vez a Kiss, llamado Exkissitos. Dieron buena música y espectáculo, pero se metieron demasiado en el papel (presentando sus temas en un inglés 100% madrileño).

La noche y la mañana siguiente llegaron sin mucha novedad. Los conciertos que comenzaron a las 2 del mediodía no ofrecían gran cosa. Me acerqué a ver una vez más a Beethoven R, que me dejaron algo frío, la verdad. Luego vendría la primera de las bandas internacionales: Picture, pero por alguna razón decidieron a última hora no acudir, y fueron sustituidos por Angelus Apatrida, con un estilo que no es el mío.

De vuelta al camping, a prepararse para una noche movidita. Y es que a partir de las 9 de la noche venían los platos fuertes, todos ellos seguidos: Lujuria, Lizzy Borden, Warcry, Obús y Muro.

Pero aquí fue cuando comenzaron las calamidades, los infortunios, las putadas, hablando en plata. Lo que da razón de ser al título de la entrada. Pero eso lo contaré en un capítulo aparte, que sé que las entradas largas dan pereza.