domingo, 19 de agosto de 2012

Reflexión Académica

Septiembre se acerca, y de la mano viene el nuevo curso universitario. Por estas fechas es típico plantearse  la reflexión eterna del estudiante medio: "este año empiezo a estudiar desde el principio". Pero, ¿realmente merece la pena?

La respuesta depende del objetivo que se persiga. Obviamente, la nota del expediente aumentará proporcionalmente al número de horas dedicadas a aumentar el callo del dedo corazón, pero creo que subestimamos muchas veces la satisfacción que ello puede producir, en relación con otras cosas.

Van ya 4 años en la Universidad, y aunque tengo el privilegio o el hándicap, según se mire, de permanecer hasta seis en su seno, continúa pareciendo poco tiempo para explotar al máximo todas las oportunidades que ofrece este periodo de la vida. Porque aunque muchas cosas hayan cambiado en lo que hoy entendemos por Universidad, aunque el grado de inmadurez medio permita observar avioncitos de papel en una clase magistral, sigue siendo un lugar magnífico donde conocer gente, encontrar nuevas aficiones y, en definitiva, cultivar cuerpo y mente.

Y creo que esta es la razón principal de que en estos 4 años todavía no haya cumplido la promesa inicial de esclavitud bibliotecaria. La pereza también ayuda, no nos engañemos; sin olvidar la baja motivación que muchos profesores despiertan en sus alumnos para que traten de enfocar su asignatura como un reto en lugar de como un tedioso trabajo, comparable al de recoger limones en un huerto en términos de satisfacción personal.

Así las cosas, no me arrepiento en absoluto de haber sacrificado horas de estudio en beneficio de las horas en la sala de disección, en la delegación de estudiantes, en talleres para alumnos de cursos inferiores, preparando el pregón de las fiestas de San Lucas o, por qué no decirlo, en la cantina de la Facultad de Medicina.

Y aunque quinto curso necesitará más horas de biblioteca, no será renunciando a ese tipo de cosas, es preferible eliminar horas de sueño incluso. Total, la Merced está abierta hasta las 6 de la mañana, y las nuevas máquinas de café aún no han adquirido ese inconfundible efecto laxante que les proporciona los años de servicio y la materia prima de dudosa procedencia.