lunes, 29 de noviembre de 2010

La infidelidad está de moda

La infidelidad está de moda.

Más que de moda, ha pasado a ser de algo despreciable a algo de lo que orgullecerse. Y no hablo de los programas basurotelevisivos que bastante tienen con aguantar las críticas de cualquier persona que haya leído dos libros en su vida. No. Hablo de la vida normal y corriente, a pie de calle.

Esta reflexión no la lanzo al vacío tras una sola observación. No, he sido fiel a los principios de la estadística. He cogido una muestra suficientemente grande y variada, y he realizado los cálculos oportunos. El caso es que alrededor del 80% de los rollos que me han contado en los últimos meses han sido infidelidades, por parte de uno, o a veces de los dos (ni en Las Vegas, la virgen...).

Yo no sé a qué se debe esta oleada de promiscuidad, y no me gusta tampoco hablar mucho de un tema que poco conozco. No obstante, vamos a lanzar algunas teorías. La primera que se me ocurre es la debilidad patológica a la que nos conduce esta sociedad hiperprotectora. Cada vez se hace creer a la gente que la vida tiene que ser todo diversión y placer. Que no hay por qué privarse de nada. Ni siquiera por la persona que, en teoría, más te importa.

Otra anda por los caminos de la ignorancia que tratan de ridiculizar los sentimientos y engrandecer el vicio puro y duro. Parece que el enamoramiento se ha vuelto algo indigno, no propio de una persona hecha y derecha. O quizá sea más bien lo segundo, que la golfería está bien vista. Y ojo, no seré quien le niegue a nadie tener un calendario sexual variado e intenso. Pero para eso inventó Dios la soltería.

El último aspecto que me carcome es esa estúpida noción de que una relación debe aportarte solo beneficios; y que, si en algún punto te limita, no merece la pena tenerla. Creo que el fallo aquí está en como se concibe dicha relación. Antiguamente, lo que uno tenía en mente era satisfacer a la otra persona. Ahora es al contrario. Se exige satisfacción a cambio de nada.

¿Voy muy desencaminado? Ahora es el momento de que opine la gente más implicada.

Un saludo.

martes, 12 de octubre de 2010

Podridos desde el principio

No es la Sanidad el peor de los servicios que tiene España. De hecho, si nos ponemos a pensar, quizá sea el mejor de todos. Pero no por ello deja de adolecer de ciertos males. No, no voy a entrar en los aspectos administrativos, en los dirigentes o en el abuso que muchas veces se hace del sistema; que son los puntos principales que se suelen atacar. Hoy voy a hablar de los que suelen quedar exentos de toda crítica: los propios médicos.

Todos (o casi todos) hemos tenido al típico profesional de la salud que esquivamos siempre que podemos. Médicos y médicas (no vaya a ser que el Ministerio de Igualdad me envíe a prisión) que se limitan a oír por encima lo que te ocurre y recetarte la droga que primero se les ocurre. Que apenas te miran durante la consulta, y que mucho menos se acordarán de ti si vuelves al mes.

Esto pasa. No frecuentemente, gracias a Dios. Por tanto, no puedo extender ni por asomo esta crítica al colectivo. La estoy focalizando, hacia estos malos profesionales, que, como las meigas, haberlos haylos.

Lo malo, o lo bueno, de estar donde estoy, es que veo de dónde salen esos malos profesionales. O creo verlo. Porque ya en tercero de carrera, cuando de médicos solo tenemos la bata, muchos apuntan maneras. Y de qué modo.

¿Cuáles creeis que son las principales preocupaciones de mi curso, que está apunto de empezar las prácticas en hospital? ¿Estarán nerviosos por el primer contacto con el paciente? ¿Estarán metiendo caña para aumentar las horas prácticas, que nos han reducido? ¿Habrá una lucha constante por buscar los mejores servicios y hospitales donde hacerlas?

Pues no. Lo que hay es una lucha constante por ir al hospital que tengan más cerquita de casa. La principal ocupación de los delegados no tiene que ver con las dichas. Tiene que ver con recaudar dinero para comprar una fotocopiadora (¡cuándo se ha visto esto!), recaudar más dinero para abrir una página web. Recoger los nombres de todos para hacer esa web exclusivamente privada, por la que se moverá todo.

En resumen. Un afán ENORME de politizarlo todo. De controlar. De mandar, en definitiva. Y un desinterés palpable por aprender a usar un fonendoscopio. No es difícil deducir cuál será la preocupación de mucha de esta gente cuando termine la carrera. Pocas ganas de ayudar a la gente en lo que es su oficio; muchas de ascender en el escalafón para tener su sueldazo y su puesto de jefazo.

Pensareis que exagero. Quizá. Pero lo que es cierto es que medicina en la UM se parece cada vez más a una dictadura. Unos cuantos fijos en el poder, haciendo lo que quieren; con el permiso de una mayoría a la que tienen contenta, y que les mantiene en el poder. Las opiniones que divergen se ignoran, o se crea un frente común de batalla para hacer callar al infiel.

Lo último ha sido crear la web que ya os he dicho, y obligar a todo el mundo a que se registre sí o sí, con su nombre y dos apellidos. Para tener a todos controlados. Ahora todo se mueve por esa web, incluidos los apuntes que los profesores dejan a los delegados para que los distribuyan. Si quieres comisiones, si quieres la camiseta del año, si quieres proponer lo que sea; a pasar por el aro y rellenar tu formulario para ser uno más del rebaño. Dentro de poco será obligatorio también dejar tus huellas.

Y encima parece que no podré irme de SÉNECA.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Desafiando a la mala suerte

Es hora de partir. A las 5 de la madrugada, hora indecente donde las halla, por cierto. Rumbo a tierras herejes, donde habita un pueblo extraño que utiliza una moneda distinta, conducen por el otro lado y hablan en el mismo idioma que mi cámara de fotos. El hecho de viajar a tal insólito lugar ya debe ponernos en guardia contra posibles infortunios. Pero si encima lo planificamos como lo hemos hecho...

Bueno, tampoco vamos a la aventura. La residencia está reservada desde Marzo. Tiempo suficiente para que la empresa haya quebrado y hayan puesto en su lugar un Fish&Chips. Siempre es agradable dormir con el aroma del aceite de fritura requemado. Eso en el improbable caso de que utilicen aceite y no margarina.

Al menos sabemos que, aunque los billetes de avión también están reservados desde Marzo, Raynair no ha quebrado aún. Nada nos impedirá montarnos en uno de sus modernos aviones, y si hay suerte y no nos toca darle a los pedales, recuperar parte del sueño perdido mientras sobrevolamos Francia, y un ejército de azafatas nos acosan con multitud de productos tamaño liliputiense a precios Gulivianos.

¿El resto de cosas? Bien, hombre. La maleta aún no me la he hecho, pero el vuelo no sale hasta dentro de 10 horas. Sobra el tiempo. También tengo que apañar ciertos asuntos de última hora sin importancia, como el modo de ir hasta el Altet; pero seguro que al final todo sale bien.

Debo hacer, por último, mención a nuestra enorme capacidad de organización. Facturar una maleta entre todos, repartir el peso de dicha maleta, cambiar el dinero, ver el modo de trasladarnos al Altet (esto aún está difuso), planificarnos la estancia completa allí... Todo ello realizado la semana de antes. Con dos cojones.

Resumen: cantidad exorbitada de cosas que pueden salir mal. Pero, eso sí, no me lo pierdo por nada del mundo. Iremos actualizando con noticias frescas directas desde tierras sajonas.

¡Agur!

lunes, 6 de septiembre de 2010

Buenas noches

Era tarde. Así lo atestiguaba la ventana que, frente a él, apenas atraía la multitud de variopintos sonidos que uno puede escuchar habitualmente en una pequeña ciudad. Sonidos que no dejaban de serle familiares, pero a los que su cerebro aún prestaba mayor atención de la que realmente merecían. Un coche solitario que rodaba no lejos de allí, un portal que se cerraba por allá, una luz que se apagaba... Las señas inequívocas de que la ciudad se sumergía, lentamente, en el letargo de la noche.

Un letargo en el que se resistía a entrar él. Pues habituaba a encontrar en esas tardías horas una serenidad que demasiado a menudo faltaba en el día a día. Lo que puede esperarse, por otro lado, de alguien a quien, hasta hace pocas semanas, le impedían comprar un paquete de tabaco. En esos momentos, contemplaba embobado el techo de su estrecho cuarto, inmerso en sus pensamientos, aunque sin pensar en nada concreto.

No era nada raro encontrarle en este estado, ya fuera, como en esta ocasión, entre las paredes de su habitación; o en lugares menos propicios a tal fin, como los pasillos de su facultad. Precisamente por esa costumbre suya se había ganado, entre algunos de sus compañeros de carrera, el apelativo de extravagante, de solitario, incluso de antisocial. Pero, en general, casi todo el que alcanzaba a hablar con él deshechaba rápidamente estas ideas, pues era en verdad una persona amigable y de conversación agradable.

He dicho que era amigable. Quizá me haya aventurado demasiado. Es cierto que se llevaba bien con todo el mundo, y que jamás nadie le había visto enfrentarse a otra persona, ni dejar de exhibir ese aire despreocupado que tanto chocaba con la silenciosa figura que, como ya he dicho, era en otras ocasiones. También es cierto que le gustaba tomar la iniciativa en cuantos grupos de trabajo había estado. Aceptando y proponiendo ideas, trabajando en equipo y riendo con los demás.

Sin embargo, cuando el reloj marcaba la hora de final de las clases. Cuando cogía el autobús que le dejaría en su piso del centro. Cuando la ausencia de un profesor implicaba, para los demás, una hora de cartas y risas en la terraza de la cafetería. Era en todos estos momentos cuando emprendía el silencioso y lento sendero hacia una soledad voluntaria, con el aire del personaje secundario que deja paso al protagonista para su gran momento en escena.

Un pitido breve y estridente le sacó de su nebulosa, como pocos otros estímulos podrían haberlo hecho. Su reloj de mesa señalaba las 2.00 de la madrugada. Se desperezó lentamente, y fijó la vista en la pantalla del portátil que llevaba encendido frente a él ya varias horas. Con parsimonia deslizó el dedo por el sensor táctil hasta llevarlo al icono del procesador de textos. Se quedó un instante inmóvil, para a continuación presionar sobre él.

Un folio virtual apareció ante sus ojos. Hacía tiempo que por su cabeza circulaban difusas ideas que hasta ahora no había conseguido hilvanar. Ideas acerca de un personaje que todavía no había nacido, pero que aguardaba impaciente en el limbo su momento. Ideas que esa noche tampoco parecía que fueran a emerger definitivamente de él y tomar consistencia.

Bajó la cabeza con resignación, como otras tantas veces, y se dispuso a levantarse de la silla en la que reposaba. Caminó entonces hacia la puerta que se encontraba en el lado opuesto al suyo y la abrió. Había luz en el cuarto de baño, con lo que se apoyó en la pared para aguardar a que este se desocupara. Cuando lo hizo, la persona que salía de él (de su edad, quizá un par de años mayor) apenas lo miró, obsequiándolo con un vago "Buenas noches".

-Buenas noches -respondió él.

jueves, 19 de agosto de 2010

Conciertos sobre barrizales (2)

Siempre se ha dicho que las segundas partes nunca fueron buenas, pero también que hay que completar lo que se inicia. De modo que allá vamos. Viernes, 21.00 h, una pinada salvaje a las afueras de San Javier (Murcia). Unas gotas de un líquido incoloro no alcohólico comienzan a caer sobre aquella baldía tierra. No nos queda más que guarecernos en nuestros respectivos refugios nucleares marca Quechua, y esperar a que cese. Nunca ha cometido alguien mayor error.

La lluvia sobre el techo de la tienda empezaba a hacerse más fuerte, tanto que ya ni oía los gritos de los de al lado (verídico). Cuando iban 20 minutos o así, me pregunto: "A ver si esto va a ser demasiada agua". Lo era. Descorro con cuidado la cremallera. La escena a describir es interesante.

Al borde de la entrada, el agua (bueno, por llamarla de alguna manera) ya estaba a punto de entrar a la tienda, con lo que tuve que salir a pegarla más al árbol. Entonces es cuando me doi cuenta de la situación. Un colega enfrente mío, en bañador y con una linterna, poniendo camisetas y toallas en la entrada de su tienda para parar el agua. Los de la otra tienda que se alejaban en la niebla hacia un lugar desconocido. Y nuestros vecinos apretujados bajo la carpa que habían montado para el Sol. Aquello parecía el Monzón en Indonesia.

Como soy hombre de soluciones rápidas, salí con presteza para buscar un porche abandonado donde refugiarme. La idea era buena, pero tal lugar idílico no existía, al parecer; con lo que acabé volviendo al camping, y metiéndome debajo de la carpa de nuestros amables vecinos. Allí nos quedamos hasta que la cosa menguó un poco. Y al final terminamos distribuyéndonos entre las casas de dos colegas, con lo que la cosa tuvo su lado bueno: dormimos en cama.

Despierto a las 11 de la mañana en la Torre, y lo primero que oigo es el sonido de la lluvia. Cojonudo. Por si había poca esperanza de que los equipos se hubieran salvado del tormentón de anoche, resulta que el Sol ni se digna a salir. Total que me levanto y llamo a otro colega que estaba en la organización del festival, esperando confirmar que este queda cancelado definitivamente.

Pero, voilà. Contra todo pronóstico, el final de esta historia es feliz (bueno, todo lo feliz que permitieron las circunstancias). Los conciertos empezaban a las 12.50, y recuperaban a 3 grupos de la noche anterior. Para animar el festival desde el principio, abría Lujuria, y seguían los grupos de ese mismo día. Así, pude ver a Lujuria, Atlas y Centinela; antes de volverme a lo que quedaba de campamento con quemaduras de tercer grado.

Lo demás es detalle. Reorganizar un poco todo aquello, poner a secar lo que se había mojado, comprar suministros y pasar la tarde tranquilita hasta el momento que tocara Easy Rider. Pero se ve que me amuermé bastante, y se me pasó la hora de estos. También fue porque, al meter a grupos del día anterior, habían tenido que reducir el tiempo de actuación.

Me desperecé a tiempo para ver el final de Tygers of Pang Tang. Luego vino Warcry, que por alguna extraña razón tocaron 10 minutos menos de su tiempo. El pobre Víctor García (el cantante) ha perdido muchísima voz, y se les nota la falta de un segundo guitarra; pero siguen siendo las canciones con las que empecé en esto, y mentiría si dijera que me aburrí. Tras Warcry aparecía Saratoga, y dado que ya los he visto muchas veces, me quedé solo al principio, para coger con más ganas los grupos siguientes, que fueron la reunión de Barón Rojo y Obús.

A ambos los vi desde lejos mientras cenaba algo, porque empezaban a doler las piernas, y cuando terminaron los de Fortu decidí que era hora de terminar el festival. Me habría gustado quedarme a ver a J.C. Molina con Judith Mateo (las canciones de Ñu con un toque celta, según me dijeron), pero parece que me estoy haciendo viejo, y uno ya no aguanta como antes.

En resumen. Un buen festival pese a todos los problemas que pasamos. Esperemos que haya suerte y el año que viene disfrutemos de la sexta edición.

¡Un saludo!

lunes, 16 de agosto de 2010

Conciertos sobre barrizales (1)

Un verano más toca dedicar una entrada a una de mis citas veraniegas, el festival Leyendas del Rock, que este año volvía a su formato clásico de 3 días. Me gustaría poder hablar mejor de la cita, porque la verdad es que el festival lo merece, pero una serie de catastróficas desdichas han deslucido bastante un evento que prometía.

Y eso que empezó mejor que los anteriores. La zona de acampada no era esta vez un páramo desierto donde el Sol te violaba sin piedad hasta dejarte seco. Era una pinada relativamente frondosa, lo que garantizaba bienestar para nosotros y nuestros melanocitos. Además, el primer día de conciertos, que siempre es gratis, era mucho más seductor que años anteriores.

Comenzaba a sonar la música en San Javier a eso de las 4 de la tarde, con bandas menos conocidas, y por las que pocos estuvieron dispuestos a aguantar un calor que sí se hacía notar en el recinto de conciertos. Nosotros dedicamos esas horas a comer, beber e instalar cómodamente el campamento.

Hasta que llegaron las 7 de la tarde, más o menos, y allá que fuimos a reencontrarnos con la música. El primer grupo que vi fue Rainbow in the Dark, un tributo a Ronnie James Dio; lo que siempre iba a resultar agradable. Estuvieron humildes, aunque metidos en el papel; y musicalmente aceptables. El final con "Heaven and Hell" fue uno de los grandes momentos del día.

Tocaban a continuación dos bandas legendarias del rock español, dos auténticas leyendas: Lone Star y The Storm. Vi la primera mitad de Lone Star, y aunque los años se dejaban notar, fue un concierto que mereció la pena ver. Luego llegó la hora de regresar al campamento base para cenar algo, porque aún quedaban bandas que quería ver. A las 9 de la noche salió Santelmo, una banda nueva, con un heavy moderno y directo; donde se deja notar la mano de Jero Ramiro, el antiguo guitarra y compositor de Saratoga. A continuación vino la sorpresa del festival, EVO, otra leyenda del rock español, con un sonido que enganchaba desde el principio y que recordaba a los inicios del Rock&Roll (aunque por alguna razón, sus dos discos tienen una calidad pésima). Terminaba el día con otro tributo, esta vez a Kiss, llamado Exkissitos. Dieron buena música y espectáculo, pero se metieron demasiado en el papel (presentando sus temas en un inglés 100% madrileño).

La noche y la mañana siguiente llegaron sin mucha novedad. Los conciertos que comenzaron a las 2 del mediodía no ofrecían gran cosa. Me acerqué a ver una vez más a Beethoven R, que me dejaron algo frío, la verdad. Luego vendría la primera de las bandas internacionales: Picture, pero por alguna razón decidieron a última hora no acudir, y fueron sustituidos por Angelus Apatrida, con un estilo que no es el mío.

De vuelta al camping, a prepararse para una noche movidita. Y es que a partir de las 9 de la noche venían los platos fuertes, todos ellos seguidos: Lujuria, Lizzy Borden, Warcry, Obús y Muro.

Pero aquí fue cuando comenzaron las calamidades, los infortunios, las putadas, hablando en plata. Lo que da razón de ser al título de la entrada. Pero eso lo contaré en un capítulo aparte, que sé que las entradas largas dan pereza.

sábado, 24 de julio de 2010

Intranquilidad

Hoy es una de esas noches en las que sientes que tienes algo que escribir. Y es curioso observar como las palabras salen fáciles y sin esfuerzo en momentos como hoy; y lo que cuesta enhebrarlas otros días, y en otras circunstancias. Es un argumento más a mi favor en una conversación que tuve hace unos días. No hay que forzar tu interior por el mero hecho de mantener actualizado el blog (anda, rima y todo). Saldrá solo de ti cuando esté preparado.

Hoy, también, a diferencia de otras veces, tengo un tema claro que abordar. Una cuestión que es cierto que llevo ya un tiempo sintiendo. Es difícil de explicar con palabras.

Bueno, en realidad no lo es. Pongámonos en situación.

Es cosa sabida que la gente que tiene pareja suele ser la primera en retirarse de una fiesta, juerga o parranda (retirarse del todo, no desaparecer para intimar). Tampoco tiene mucho misterio: cuando la gente empieza a desvariar y a emprender la caza, yo, cazador retirado, abandono cómodamente la escena. Digamos que mi papel ha terminado.

Y quizá debido a ello, los otros actores se ven en cierta manera obligados a permanecer en escena, hasta que termine la función. Es muy común que, hablando ya sin tapujos, la soltería te incite más siempre a seguir con la fiesta, a no irte todavía, a tratar de animarte más. Porque, al fin y al cabo, para encontrar hay que buscar.

Lo que ocurre es que esa obligación que sin querer nos imponemos a veces, acaba minándote por dentro. Te hace salir cuando en realidad no te apetece del todo. Y muchas veces ni siquiera te deja disfrutar de una cerveza con los amigos. De ahí viene muchas veces, por lo menos cuando yo lo propongo, el "rollo tranqui". Suele querer decir: me apetece estar tranquilo, sin ninguna otra preocupación que no sea elegir entre Paulaner o Foster.

Es por ello que a veces miro con envidia a la gente con pareja. Porque creo distinguir en ellos una serenidad, una tranquilidad, una seguridad, en definitiva. Seguridad para hacer lo que realmente les apetece, y para disfrutar más los momentos de la vida.

domingo, 6 de junio de 2010

Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus

Cuestiones cotidianas de ayer y de hoy, by Manu AMS, presenta: "¿Y en el parque por qué no?"

Es una pregunta que hice yo ayer, aunque seguro que no os imaginais el contexto. No, no estaba intentando ligar, aunque pueda parecerlo. Estaba en una actividad un tanto diferente. Abismalmente diferente, diría yo.

Estudiaba en la biblioteca.

¿Decepcionante? Sin duda. Pero no os vayais aún.

Sí, sé que todos estais hasta el orificio anal de hacerlo. Por eso vengo a proponeros una cosa: ¿Y en el parque por qué no?

Así es, me refería a estudiar.

El caso es que estaba yo inmerso en el fascinante mundo de las mucosas intestinales y su sistema inmunitario, o más bien intentando estarlo, porque había considerable escándalo. Y viendo que el tema era fácil y que hacía un día envidiable, me dije: ¡Qué coño! No me quedo aquí encerrado más tiempo.

Claro, le digo a un par de colegas que tenía a mi lado: "Oye, que me voy a estudiar al parque". Y, obviamente, no se lo creen. Pero yo pregunto, ¿por qué no? Teneis que probarlo. Me compré un granizado, me fui debajo de un pino, donde hacía sombrita, y saqué la comisión de Inmuno. Inigualable.

Para qué necesitais encerraros entre 4 paredes en cuanto el asunto no es agradable del todo. ¡Sacarle partido a la vida!

Que para eso tenemos 19/20 años.

Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus

domingo, 23 de mayo de 2010

Domingofobia

De tantos temas interesantes que sin duda habría para una Tesis Doctoral, yo diría que uno de los más productivos sería acerca de la Psicología del Domingo. Me pasaré toda la vida preguntándome por qué, desde hace unos años, se ha convertido en un día tan sumamente asqueroso. Al menos para mí.

¿Habrá alguna causa psicológica para ello? ¿Sufriría en mi infancia un fuerte trauma en Domingo, y desde entonces mi mente se bloquea en ese día? ¿Será cosa de los genes? ¿O estará más relacionado con Necromancia y/o Males de Ojo?

No lo sé. El caso es que, a no ser que tenga el día totalmente planificado con algo (lo que es harto difícil teniendo en cuenta que todo está cerrado, y que la gente tiende a desaparecer), acabo tumbado en el sofá deseando que pase algo. Y por supuesto, el hastío lleva a tristeza, a revivir fantasmas, y en general, al pesimismo extremo.

Lo tengo además comprobado empíricamente. Las películas o libros con una parte mínimamente trágica o triste simplemente no los tolero en Domingo. Voy a tener que hacerme con una reserva de historias a lo Heidi para poder entretenerme de alguna forma.

jueves, 6 de mayo de 2010

Negro futuro se avecina

6 años de carrera en la Universidad, para acceder a un examen a nivel nacional: el examen MIR. Luego, en función de esa nota y de la nota obtenida durante la carrera, una oposición para elegir plaza entre todas las que se ofertan en España. Una vez elegida la plaza, el recién reconocido como médico puede dedicarse enteramente a su profesión, que es aprender a tratar pacientes. Fácil, sencillo y con pocos problemas. Quizá sea ese el motivo del disparatado cambio que el Gobierno quiere hacer.

¿Y en qué consiste ese absurdo y descabezado cambio? Ahora, tras el MIR, lo que se elige es troncalidad y hospital donde cursar dicha troncalidad. Esta última no es más que una primera "especialización del médico" en una de estas 4 vías: médica, quirúrgica, laboratorio o radiología. Bien, si quieres introducir esta novedad, no veo en principio ninguna pega. Lo que sí tiene pegas, y son descomunales, es el resto del plan.

Durante esos dos años, no estás rotando por los distintos servicios del hospital para ir formándote en la materia. No. Lo que estás haciendo es competir con el resto de médicos residentes del hospital por las futuras plazas de médico del mismo hospital. Porque al finalizar la troncalidad habrá un segundo examen, y una valoración subjetiva del 1 a 10 de un médico que está supervisándote durante todo este periodo. Tras esto, juntando la nota MIR (40%), la del segundo examen (30%) y la "evaluación" del médico (otro 30%) obtienes una nota, con la que opositas EXCLUSIVAMENTE a las plazas que hay en el citado hospital.

Y, obviamente, te puede tocar cualquier especialidad menos la que querías. Y no tienes opción de nada más. A joderte. 8 años de tu vida a la basura. Acabas en un oficio que no es el que quieres, después de semejante sacrificio, y de tantísimos meses y meses dedicados a ello. ¿Quiénes serán los únicos que obtendrán la plaza que quieren? Solo dos tipos de personas:

1. Los 4 o 5 mejores de cada universidad. Como no estés entre ellos, jodido vas (y en la nuestra somos 200).
2. O aunque seas el mejor. ""Puede"" existir la ""REMOTÍSIMA"" posibilidad de que el médico que te evalúa... ¡anda! ¡Pero si es el padre de mi compañero residente! ¡Y le ha puesto un 10 cuando a mi solo un 5, y se ha quedado la plaza que yo quería! Ainsss... cualquiera pensaría que hay algo más detrás de esto. Pero no. Qué va. Todos sabemos que en España nunca jamás ocurriría algo así.

Debo advertir que el párrafo anterior ha sido escrito con un profundo y exacerbado sarcasmo (para los duros de mollera).

Señores ministros y políticos. Tenemos en este país una cosa buena: la Sanidad. Y van encaminadísimos a joderla, pero de raíz. Si en España funcionan tan bien los servicios sanitarios, es gracias a los médicos. Puteándonos no se consigue nada bueno. Lo que conseguirán es que:

1. El número de buenos especialistas disminuirá, dado que lo normal es que para ser bueno en tu profesión, tiene que gustarte. Si no es el caso, el asunto está difícil. Y más en algo tan vocacional como la medicina.

2. La fuga de cerebros (que los políticos tanto se empeñan en negar y negar y negar...) aumentará mucho más. Señores políticos, si mi ilusión de toda la vida es ser cardiólogo, lo voy a ser. Quieran ustedes lo que quieran. Y hay muchos países donde podría conseguirlo, y de donde sería poco probable que volviera.

3. El ambiente de competitividad durante la troncalidad no es bueno para nadie. Ni para los residentes, que no están pendientes de la medicina; ni para los médicos, que estarán sometidos a mil presiones de colegas o conocidos para puntuar mejor a este o a otro; ni para los pacientes, finales perjudicados de este "mal rollo" que seguro se generará.

4. 8 años dedicados a algo que luego te niegan (y por motivos ilícitos muchas veces, como es el enchufismo), pueden sacar lo peor de cada uno. Amenazas, chantajes... Se abre la veda a este tipo de situaciones.

Yo sé que muchos piensan que exagero. Pero os aseguro que no. Las situaciones que digo se darán si la cosa continúa. Y también os aseguro que, con este desalentador futuro por delante, se le quitan las ganas a uno de seguir con la carrera. Y los perjudicados, al final, somos todos cuando acudimos al hospital como pacientes.

Un saludo

P.D.D. Un día después de escribir esta entrada el Ministerio de Sanidad aceptó todas nuestras propuestas sobre la troncalidad. Nada de examen post-troncal, nada de evaluación por un médico, y la especialidad se elige inmediatamente tras el MIR. Demos gracias a la incompetencia del Gobierno en otros temas, porque ello ha permitido que cedan en este para no tener otro frente más de problemas.

lunes, 26 de abril de 2010

Congreseando

Tenía en mente este fin de semana escribir una buena reseña del Congreso de estudiantes de Medicina al que he asistido este jueves y viernes pasados, aunque la verdad es que ahora, en mi hora preferida para "trabajar" en el blog (los domingos por la noche no hay mucho más que hacer), no encuentro demasiado a lo que aludir.

Se discutieron muchos temas de interés para el séquito estudiantil del fonendoscopio: MIR, troncalidad, nuevas facultades... que no poseen aquí demasiada cabida. Además, tampoco hay mucho que rascar en ellas. Los políticos queriendo cambiar las cosas que están bien, y no tocando las que se hacen mal; mientras el resto nos quejamos sin poder hacer mucho más. Lo de siempre.

En fin, lo lamento. Mi vena socialístico-revolucionaria está hoy apagada. Y eso que estuvo bastante encendida estos dos días pasados.

Me parece más interesante hablar de mi experiencia en el ámbito de lo que este acontecimiento ha podido aportar a mi instrucción médica. No mucho en principio, porque fueron 3 talleres de apenas 2 horas de duración cada uno. No obstante, sirvieron para mostrarme nuevos mundillos a los que no tengo muy claro que hubiera accedido durante la carrera. Me estoy refiriendo a mi segundo taller. La verdad es que la historia es curiosa.

El taller en cuestión se llamaba "Signos Médicos". Había diversidad de opiniones, entre los que se habían apuntado (y los que no) sobre lo que podía abarcar. Yo no lo tenía muy claro, pero intuía que podía ser algo relacionado con pequeños detalles o signos que se apreciaban en personas que padecían ciertas enfermedades. Algo lógico, viendo el título.

Pues no. Ni por asomo.

El taller estaba relacionado con el mundo de las personas sordas. Nos mostraron un poco la situación del paciente sordo que acude a la consulta con un intérprete (o sin él). Nos explicaron cuál era la mejor forma de actuar. Y al final, un poco del lenguaje de sordos, especialmente en el ámbito de la medicina, que se supone es lo que debemos conocer. Bastante curioso, en definitiva, y útil. Y tengo por seguro que de haber conocido el objetivo del taller, no me habría apuntado.

Pienso que al final estas pequeñas cosas son las que acaban distinguiendo a un buen profesional en el futuro, de una persona que se empolla los libros de Medicina Interna y los suelta de memoria en el MIR. De un médico que es capaz de recetar antihipertensivos de por vida a un paciente de 19 años, sin investigar nada sobre el asunto.

Y esto último no es que lo diga por nada...

martes, 6 de abril de 2010

Un lugar del que marchar

Es harto sabido por todos lo que llega a cambiar una persona en pocos meses cuando se encuentra habitando alrededor de los sinuosos 20 años, como es mi caso. En enero acudiendo a las manifestaciones de UGT; y en noviembre de ese mismo año votando a la derecha. Este día escuchando AC/DC a todo volumen; y al siguiente con el mp3 repleto de Nino Bravo.

Tonterías varias de la edad, en definitiva, que pocas repersuciones van a tener al final, excepto risas y/o llantos cuando se ven las fotos de un año atrás. El problema sobreviene cuando esa mente confusa, que ni sabe lo que quiere, debe tomar decisiones importantes. Cuando debe dirigir el rumbo de una nave en la que dentro de unos meses se sentirá extraño, deseando entonces surcar otros mares y sentir la brisa de otras costas, que ahora lejos quedan. Tranquilos, no quiero cambiar de carrera, ni he encontrado la verdadera Fe y voy a meterme a testigo de Jehová errante. Esta retahíla de leves lamentaciones tiene un sentido diferente.

Suelo referirme constantemente en mis entradas al verano del 2008, y esta vez voy a rememorarlo de nuevo. Y es que fue el fin de muchas cosas, y el comienzo de otras tantas. Contento estaba entonces por la "suerte" de tener en mi misma ciudad la carrera en la que había decidido embarcarme. No tenía necesidad de cambiar de aires. No había ningún motivo para abandonar mi querida Murcia.

Querida Murcia, hastiada Murcia. No tengo nada en contra de la ciudad, que siempre me ha gustado. Pero no es el lugar donde quisiera vivir mi juventud. Al menos, no toda ella. La edad, la madurez (relativa), trae consigo ciertas necesidades que la vida que hasta ahora he llevado ya no puede satisfacer. Cada día se hace más pesado avanzar por un camino que no parece llevar a ningún sitio. Cada día aumenta el afán por tomar otra dirección.

No quiere eso decir que quiera huir de todo lo que soy. Me he labrado unos raíces y forjado unos lazos en esta ciudad, en mi vida, que sin duda son los que me van a permitir salir de ella, a buscarme a mí mismo, y a encontrarme. Con la tranquilidad de que, si todo fracasa, tengo un lugar y una gente a la que volver.

En definitiva, y hablando ahora desde el realismo puro y duro. Poco queda de seguir despertándome frente a la Sierra de Carrascoy, y seguir tomando el 39C para llegar al vetusto edificio donde estudio. La primera oportunidad que se me presente no será desperdiciada.

Y para acabar, el estribillo de una canción del nuevo disco de Avalanch, que me ha encantado:

"Me rasgué
La vida, para ver,
Si mi alma aún sentía.
Si era digno de ti.

Me inventé
Mil motivos para huir
Solo uno para odiarme
Por haberte hecho sufrir."

domingo, 28 de marzo de 2010

Una historia que contar

Ya va siendo hora, después de un mes sin escribir, que reverdezca un poco mi pequeño rinconcito del placer y la locura. Y lo hago tras una noche también relacionada con algo similar, con reencuentros y rememoriaciones. El lugar: Los Álamos, antaño sede central de una maligna entidad dedicada a arrancar jóvenes inocentes de la PlayStation y las Cartas Magic; y sumergirlos en vodka barato de 4€ y cartones de vino marca Día.

Adolescencia y alcohol se juntan siempre tarde o temprano. Y así debe ser, opino yo (hay que conocer para evitar males mayores en el futuro); aunque en la historia que cuento, quizás la unión fue demasiado prematura. O quizás no.

Pensándolo un poco, diría que, en realidad, fue el factor determinante. ¿El factor determinante para qué? Es la pregunta lógica. Pues para una intrincada historia de varios años, múltiples personajes y múltiples anécdotas. Y múltiples experiencias, que sin duda van a ser inolvidables para muchos. La mayoría limitadas a un espacio de unos 4 años (14-18 años) donde las hormonas y las mentes estaban más revolucionadas que la Francia de finales del Siglo XVIII.

Una de las muchas consecuencias de esos días pasados fue la noche de ayer, en la que, entre cerveza y paseo al seto de enfrente, dimos un buen repaso de todo lo vivido. Y en la que me di cuenta de que es algo que merece ser relatado. Es un proyecto que me guardo para más adelante, pues creo que si lo inicio ahora, me quedarían unos cuantos capítulos por escribir.

Y pienso además que soy una buena persona para hacerlo. Porque, aunque llegué un par de años más tarde; he conseguido, para bien o para mal, no involucrarme demasiado en berenjenales peligrosos, de los que tanto afloraron. Me he limitado, sin quererlo, a ser quien siempre estaba enmedio, pero no dentro. El observador. El narrador, en definitiva.

Seré quien, dentro de mucho tiempo, contará una extraña e inverosímil historia sentado en una crujiente mecedora de madera, con un whisky en la mano; y rodeado de gente de pequeña edad que me escucha sentada en el suelo de piedra, frente a la chimenea encendida.

No me creerán, probablemente. Y sin embargo, es real.

martes, 23 de febrero de 2010

Déjalo venir

- ¿Qué piensas hacer?
- Tomarme otro caramelo.
- No seas idiota. Sabes a lo que me refiero.
- Ahora mismo es lo único que tengo en mente.
- No me jodas, Manu.
- Lo veo complicado.
- Vale. ¿Me das uno?
- No seas idiota. Sabes que no puedes.

Suelto una carcajada reticente y me concentro en despegar el papel de un caramelo masticable. De piña. Y vuelvo a sostener en mis manos el periódico de Salud que ojeo sin entender demasiado.

- ¿Cuánto piensas seguir ignorándome?
- Puede que bastante.
- Ni siquiera sabes con quien estás hablando.
- Ya lo creo que sí.
- ¿Cómo?
- ¿Cómo sabes tú quien soy yo?
- No te he dicho mi nombre.
- Hazlo.

Paso la página, y comienzo con otro artículo sobre alergología. En mi mirada se conserva la sonrisa a medias que veo reflejada en un suelo impecable de losas blancas. Me llama la atención ese suelo. Levanto la vista y miro al frente. El escenario es desconocido, aunque familiar. Y alguien frente a mí me sonríe.

- Veo que no sabes dónde estás.
- Vuelves a equivocarte.
- ¿Tienes alguna idea?
- Y muy certera. Pero no importa. Dentro de poco me iré de aquí. Y tú lo sabes.
- Puede. Pero volverás.
- Eso espero.

La manecilla de un reloj está a punto de llegar a las 12.

- ¿No quieres que al menos te diga mi nombre?
- Hazlo. Para el lector.
- Me llamo Nózar.

jueves, 11 de febrero de 2010

Sinsentido

¿Que sería lo adecuado en este momento?

¿Una retracción sincera? ¿Una sarta de excusas con escaso sentido y menor credibilidad? ¿Una carga a bayoneta con mayor vigor que nunca?

No. Ninguna de esas opciones me convence. Ninguna se ajusta a la realidad.

Lo importante para una persona no tiene por qué ser lógico, comprensible, admirable ni profundo. No hay patrones. No hay guía.

Peor que el resentimiento con nadie es el resentimiento consigo mismo. El autoreproche. La conciencia. Por qué como va a acabar algo bien si ya comienza enviciado por el rencor y la amargura. Por la falsedad.

Y por la duda.

sábado, 23 de enero de 2010

Un tren y un SMS

Algunas ideas me vienen a la mente mientras escribo estas líneas. Ideas pseudometafísicas que debo soltar ahora, en este momento de mayor profundidad espiritual, antes de que montañas de desordenados apuntes me priven de este tipo de lucidez. Resulta difícil prever como una decisión que, en el momento de tomarla, puede parecer irrelevante, no lo va a ser en absoluto, y puede marcarte de forma más o menos definitiva. ¿Cómo saber si tu vida habría sido diferente si en lugar de este camino que recorres, hubieses elegido aquel otro que ya se pierde en la lejanía para pronto desaparecer?

Porque en estos caminos, en estas sendas que hay que ir recorriendo, no existen indicaciones, no hay señales de atención en las intersecciones o los cruces peligrosos. Estos sobrevienen de repente, sin previo aviso. Algunos ni siquiera se vislumbran; simplemente se atraviesan en una dirección preconcebida sin ser casi conscientes de ello.

¿A qué me refiero con toda esta parafernalia? Bien, vamos a hablar ya un poco más claro. Me refiero, hoy concretamente, a aquel distante junio de 2008, donde otros muchos como yo debíamos tomar una decisión en teoría vital, pero que a la hora de la verdad no siempre lo es. La decisión de qué hacer con nuestra vida, una vez los caminos estándar y precocinados (colegio, instituto, borracheras adolescentes... ) habían quedado atrás.

Bueno, no era tan difícil, en verdad. Yo quería hacer Bioquímica, y para ello tenía que empezar la licenciatura en Química o en Biológicas. Pues ya está, elijo la que tenga mejor pinta a primera vista y a tirar. Pero algo cambia de repente. ¿En verdad yo quería estudiar Bioquímica?...

Un SMS llega cuando estoy de camino a Águilas en un ruinoso tren. UMU informa. Su nota de selectividad es de 8´79. 8´79. Superamos el límite fatídico del 8´5, que es lo requerido para la carrera con más nota de corte: Medicina. Cuando me vino a la cabeza en aquel momento, supe que no era la primera vez que pensaba en ella, aunque no podría decir cuándo había surgido en mí ese gusanillo. Solo sé que me invadió una tremenda sensación de: "tengo que emprender este viaje". Supe entonces que si no lo hacía, me arrepentiría el resto de mi vida.

Y aquí estoy, examinándome de mi segundo año. Muchas veces he pensado exactamente qué me impulsó, cuál fue el desencadenante de tan repentina revelación. ¿Habría elegido lo mismo de no haber recibido ese mensaje en aquel momento? ¿Pudo un olvido aquel día apartarme de la senda en la que tan gustosamente me encuentro ahora?

Quién sabe. A veces es aterrador pensar como cosas tan triviales pueden modificar el curso de los grandes acontecimientos. Esto ha ocurrido a lo largo de toda la Historia del mundo conocido. Y ocurre, a la vez, en el interior de cada ser humano. Un mundo que es a la vez mucho más pequeño y mucho más infinito.

lunes, 11 de enero de 2010

Cae. Y desaparece

Mucho lleva ya esta foto en el pie de blog. Demasiado.

Es hora de acabar de una vez; de cortar la última hebra de una cuerda que nunca estuvo amarrada en ningún sitio.

Creo que no lo podía haber expresado mejor :D