martes, 6 de abril de 2010

Un lugar del que marchar

Es harto sabido por todos lo que llega a cambiar una persona en pocos meses cuando se encuentra habitando alrededor de los sinuosos 20 años, como es mi caso. En enero acudiendo a las manifestaciones de UGT; y en noviembre de ese mismo año votando a la derecha. Este día escuchando AC/DC a todo volumen; y al siguiente con el mp3 repleto de Nino Bravo.

Tonterías varias de la edad, en definitiva, que pocas repersuciones van a tener al final, excepto risas y/o llantos cuando se ven las fotos de un año atrás. El problema sobreviene cuando esa mente confusa, que ni sabe lo que quiere, debe tomar decisiones importantes. Cuando debe dirigir el rumbo de una nave en la que dentro de unos meses se sentirá extraño, deseando entonces surcar otros mares y sentir la brisa de otras costas, que ahora lejos quedan. Tranquilos, no quiero cambiar de carrera, ni he encontrado la verdadera Fe y voy a meterme a testigo de Jehová errante. Esta retahíla de leves lamentaciones tiene un sentido diferente.

Suelo referirme constantemente en mis entradas al verano del 2008, y esta vez voy a rememorarlo de nuevo. Y es que fue el fin de muchas cosas, y el comienzo de otras tantas. Contento estaba entonces por la "suerte" de tener en mi misma ciudad la carrera en la que había decidido embarcarme. No tenía necesidad de cambiar de aires. No había ningún motivo para abandonar mi querida Murcia.

Querida Murcia, hastiada Murcia. No tengo nada en contra de la ciudad, que siempre me ha gustado. Pero no es el lugar donde quisiera vivir mi juventud. Al menos, no toda ella. La edad, la madurez (relativa), trae consigo ciertas necesidades que la vida que hasta ahora he llevado ya no puede satisfacer. Cada día se hace más pesado avanzar por un camino que no parece llevar a ningún sitio. Cada día aumenta el afán por tomar otra dirección.

No quiere eso decir que quiera huir de todo lo que soy. Me he labrado unos raíces y forjado unos lazos en esta ciudad, en mi vida, que sin duda son los que me van a permitir salir de ella, a buscarme a mí mismo, y a encontrarme. Con la tranquilidad de que, si todo fracasa, tengo un lugar y una gente a la que volver.

En definitiva, y hablando ahora desde el realismo puro y duro. Poco queda de seguir despertándome frente a la Sierra de Carrascoy, y seguir tomando el 39C para llegar al vetusto edificio donde estudio. La primera oportunidad que se me presente no será desperdiciada.

Y para acabar, el estribillo de una canción del nuevo disco de Avalanch, que me ha encantado:

"Me rasgué
La vida, para ver,
Si mi alma aún sentía.
Si era digno de ti.

Me inventé
Mil motivos para huir
Solo uno para odiarme
Por haberte hecho sufrir."

1 comentario:

Tomica_naranja dijo...

Amor... sabes que tengo los mismos sentimientos acerca de salir de esta cuidad, que quiero mucho, pero que como una madre, llega un momento en el que te ahoga tanta protección.

Yo también respiro al saber que tengo amores que nunca morirán, amigos de lazo fuerte. Y que si vuelvo estarán y si no vuelvo, vendrán.


No desperdicies la oportunidad que se te presente. Suerte pirata.