sábado, 23 de enero de 2010

Un tren y un SMS

Algunas ideas me vienen a la mente mientras escribo estas líneas. Ideas pseudometafísicas que debo soltar ahora, en este momento de mayor profundidad espiritual, antes de que montañas de desordenados apuntes me priven de este tipo de lucidez. Resulta difícil prever como una decisión que, en el momento de tomarla, puede parecer irrelevante, no lo va a ser en absoluto, y puede marcarte de forma más o menos definitiva. ¿Cómo saber si tu vida habría sido diferente si en lugar de este camino que recorres, hubieses elegido aquel otro que ya se pierde en la lejanía para pronto desaparecer?

Porque en estos caminos, en estas sendas que hay que ir recorriendo, no existen indicaciones, no hay señales de atención en las intersecciones o los cruces peligrosos. Estos sobrevienen de repente, sin previo aviso. Algunos ni siquiera se vislumbran; simplemente se atraviesan en una dirección preconcebida sin ser casi conscientes de ello.

¿A qué me refiero con toda esta parafernalia? Bien, vamos a hablar ya un poco más claro. Me refiero, hoy concretamente, a aquel distante junio de 2008, donde otros muchos como yo debíamos tomar una decisión en teoría vital, pero que a la hora de la verdad no siempre lo es. La decisión de qué hacer con nuestra vida, una vez los caminos estándar y precocinados (colegio, instituto, borracheras adolescentes... ) habían quedado atrás.

Bueno, no era tan difícil, en verdad. Yo quería hacer Bioquímica, y para ello tenía que empezar la licenciatura en Química o en Biológicas. Pues ya está, elijo la que tenga mejor pinta a primera vista y a tirar. Pero algo cambia de repente. ¿En verdad yo quería estudiar Bioquímica?...

Un SMS llega cuando estoy de camino a Águilas en un ruinoso tren. UMU informa. Su nota de selectividad es de 8´79. 8´79. Superamos el límite fatídico del 8´5, que es lo requerido para la carrera con más nota de corte: Medicina. Cuando me vino a la cabeza en aquel momento, supe que no era la primera vez que pensaba en ella, aunque no podría decir cuándo había surgido en mí ese gusanillo. Solo sé que me invadió una tremenda sensación de: "tengo que emprender este viaje". Supe entonces que si no lo hacía, me arrepentiría el resto de mi vida.

Y aquí estoy, examinándome de mi segundo año. Muchas veces he pensado exactamente qué me impulsó, cuál fue el desencadenante de tan repentina revelación. ¿Habría elegido lo mismo de no haber recibido ese mensaje en aquel momento? ¿Pudo un olvido aquel día apartarme de la senda en la que tan gustosamente me encuentro ahora?

Quién sabe. A veces es aterrador pensar como cosas tan triviales pueden modificar el curso de los grandes acontecimientos. Esto ha ocurrido a lo largo de toda la Historia del mundo conocido. Y ocurre, a la vez, en el interior de cada ser humano. Un mundo que es a la vez mucho más pequeño y mucho más infinito.

lunes, 11 de enero de 2010

Cae. Y desaparece

Mucho lleva ya esta foto en el pie de blog. Demasiado.

Es hora de acabar de una vez; de cortar la última hebra de una cuerda que nunca estuvo amarrada en ningún sitio.

Creo que no lo podía haber expresado mejor :D